RENACE EL ESTADIO VALLEHERMOSO, DONDE 14 ATLETAS DE LA COMUNIDAD BATIERON UN TOTAL DE 35 RÉCORDS DE ESPAÑA
Doce años han sido precisos para que la instalación atlética más emblemática de España vuelva a estar en competición, tras casi una década de ser tan solo un enorme agujero, tras su demolición.
Y por la parte que nos corresponde, esperamos que otra instalación que se llevó por delante la crisis del 2009 tenga el mismo final feliz. Se trata de la tribuna cubierta del CEAR Río Esgueva, que tenía ya maqueta, proyecto e intención de hacerse, pero que el tsunami económico de aquellos años se llevó por delante, no se trata de las 10.000 plazas que va a tener Vallehermoso, sino de una tribuna para alrededor de 1.200 espectadores, y los bajos con instalaciones necesarias, como salas para CIT, secretaria, cámara de llamadas y almacén de material, incluso, con una sala de musculación.
Y Castilla y León también ha aportado mucho al impresionante historial del viejo Vallehermoso, en cuanto a récords de España batidos allí.
El inolvidable José Luis Sánchez Paraíso (U.D. Salamanca) batió nada menos que quince plusmarcas nacionales, desde 1963 a 1976, en 100, siete, en 200, dos y otras seis en 4×100, Ángel Heras (Alcázar Zamora), logró un récord de España en 100, Antonio Sánchez (U.D.S. Caja de Ahorros de Salamanca), récord de 400, Rosa Colorado (U.D. Salamanca), siete más, entre 1971 y 1977, tres en 200 y tres en 400.
Solo en relevos 4×100, también integraron equipos que batieron récord de España la burgalesa Albina Gallo, en 1966, toda una pionera, la salmantina Ángela Domínguez y la vallisoletana Carmen Cocolina, por partida doble.
El palentino Sinesio Garrachón logró tres récords de España en disco, otra inolvidable, Conchi Paredes (C.A. Valladolid), tres veces superó el récord de España en triple salto, y cierra la lista Ana Pérez Carnicero (C.A. Valladolid-Senovilla), en heptatlón, la imagen de portada está hecha en el viejo Vallehermoso, junto a Ana está otra gran atleta, la madrileña Isabel Mozún, en una foto de Velasco, un entrañable personaje que vendía y enviaba a domicilio, a precio módico, las fotos, en blanco y mejor, que hacía en todas las competiciones que se realizaban en Madrid, era el “Instagram” de aquellos años setenta.